Wednesday, August 6, 2008

Cooperación

La tierra, yerma y estéril, se desplegaba por interminables distancias. Su cuarteada superficie hablaba de soledad y quietud. La entropía absoluta reinaba; única consorte de un inútil existir sin futuro.



El cálido aliento de una brisa pesada y desvalida se desplazaba indolentemente por todo el reino y el sueño de la inexistencia parecía tomar consistencia en su vaporoso hálito.

El tiempo perdió sentido y su vector dejó de ser reconocido por diferencias entre instantes continuos. Solamente una eternidad sin gloria resplandecía en la moribunda realidad.

De pronto, el horizonte arremolinó oscuridad y en una acción casi imposible el cielo se pobló de masas húmedas cargadas de poder y fortaleza. El frío y veloz viento de altura, olvidando a su lento hermano de superficie, corrigió las formas de grandes nubarrones conformándolos en los yunques de los nimbos ahítos de humedad.





La tormenta se descargó sobre la tierra muerta y su mano de agua acarició la triste y dura piel que se abrió gozosa al fértil abrazo del aguacero. Matrimonio dulce y sutil que engendra un retoño de esperanza para un futuro que desesperaba de vivir.




Sobre la calma vuelta, la tierra preñada del agua vital deja nacer de entre sus entrañas la prueba evidente de que la vida es resultado de dos que cooperan para alejar la futilidad de la soledad y permitir dar al mundo la belleza de una mata en flor.


© 2008 Montxo.

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