Seré escritora, se dijo la alondra, la frase se expandió en su mente reverberando en todos los rincones de su mística interior. Y lo fue, sus escritos llenaron el espacio de vida que le fue adjudicado.
Luego vinieron las golondrinas en bandadas.
-El estilo gorjeó una, –no llena las expectativas.
-No, no trinó otra, –no es el estilo, es el uso de los subjuntivos.
-Al contrario pió una tercera, –se trata de la conformación de pleonasmos lo que desconcierta al lector.
Ante esta algarabía guardó silencio, miró complacida la intensa marea de creatividad que surgía de las profundidades de su ser.
Se preguntó ¿por qué y para qué escribo?
La respuesta surgió desde la profundidad de su alma, inexorable, llena de luz, como es siempre la verdad…
Un fragmento del concierto No. 21 de Amadeus Mozart refleja la maravilla que es la inspiración.